jueves, 13 de agosto de 2015

NECESARIO ORDENAMIENTO DEL TRANSITO EN CAUQUENES

La ocurrencia de varios accidentes de tránsito en el territorio urbano de Cauquenes pone en la mesa de la  agenda cotidiana el tema del funcionamiento y por tanto el ordenamiento del mismo en nuestra capital provincial.

La responsabilidad de la pertinente revisión por cierto incumbe a la Ilustre Municipalidad a través de su respectivo departamento, también a la Seremi de Transportes y en tercer término a carabineros que tiene el rol de hacer cumplir el rayado de cancha en las disposiciones que emanan de los entes mandatados por la legalidad vigente.

Además del relajamiento de la movilización colectiva en el cumplimiento de las ordenanzas, evidentemente incumplidas no pocas de ellas y confusas otras sobre todo en el tema de los paraderos de los taxis colectivos, se suma la instalada habitualidad de conductores de vehículos particulares que a vista y paciencia de todos, eluden las señalizaciones existentes, vehículos en las aceras y veredas, no respetan la distancia de instalación de los móviles en las intersecciones de las principales calles de la ciudad y suma y sigue en muchas otras cotidianas infracciones que se convierten en potenciales ingredientes a la hora de los accidentes.

No es grato hacer planteamientos sobre esta temática que antes que después tiene que ser mitigada, so pena que se produzcan situaciones de mayor envergadura.
Aun más, durante el último tiempo ha vuelto a instalarse en el paisaje urbano el funcionamiento de talleres mecánicos que valiéndose de los espacios públicos llevan a cabo sus actividades, infringiendo – sin que nadie los conmine- no sólo las disposiciones establecidas, sino que transformándose en 
potenciales causales de accidentes.

Por tratarse de un tema de interés y trascendencia que interfiere la calidad de vida de los vecinos, potencialmente en aumento con el emergente crecimiento del parque automotriz dentro del territorio local, es más que necesario que ahora y no después se le ponga el cascabel al gato, obviamente, porque primero está el bien común, aunque lamentablemente a veces en aparente desmedro de personas y/o instituciones sectoriales.- 

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