Reminiscencias por sobre las presencias son las que
se instalan por estos días en nuestro Cauquenes provincial en torno al
orgulloso acontecimiento de la celebración de un nuevo aniversario del quinto
liceo más antiguo del país que ostenta el Liceo Antonio Varas de la Barra.
Las reminiscencias de inolvidables protagonismos más
allá de las aulas en prolongados periodos de la historia cauquenina contrastan
con la penosa consideración y valoración que se le otorga en el tiempo presente.
Los indicios de recuperación del sitial de antaño
son lamentablemente ínfimos, siendo por lo mismo una cuestión que necesita al
menos una revisión profunda, sincera y contundente.
Tan conmovedora es la precaria cotidianidad del
quehacer educacional que se han exteriorizado juicios y argumentos en que justifican su decadencia por la realidad
de su conformación de estudiantes que priorizan sus aulas: muy pocos los que
pertenecen a la enseñanza media y muchos los que conforman el universo de la
educación básica.
Con la motivación que involucra el regreso al añoso
edificio de la calle Claudina Urrutia, profusamente mostrado en estos días como
patrimonio arquitectónico chileno, la celebración de su 178° aniversario es
propicio para dar inicio a la declaración de intenciones al menos, encaminadas
a poner sobre la mesa las estrategias e iniciales acciones que desencadenen un
sostenido proceso de recuperación del otrora Liceo de Hombres, no solamente en
su quehacer pedagógico, sino que también en lo que dice relación con el deporte, el arte y toda cuanta
manifestación cultural se merece Cauquenes como ciudad de antigua y
significativa figuración en el territorio de Chile central.
Que la fortaleza de las reminiscencias, sean pues el
aliciente para volver a mirar el futuro con esperanzas y confianzas de
reinstalación de iguales o mejores protagonismos que los de antaño.
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