“Alejandro,
querido amigo:
Después de darme a conocer la infausta noticia y con
esta imposibilidad de viajar a acompañar al amigo de todos y a su amada
familia, te quiero pedir un gran favor. Si tú no puedes hacerlo por la emoción,
te solicito le pidas a Heraldo Sotomayor o Juan Carlos Canales, dilectos
amigos, que puedan hacerlo ellos.
Alejandro, no quiero cansar a nadie con elogios, alabanzas
ni biografías, sólo quiero entregarle mi admiración a un hombre que siempre
anduvo recto por la vida. A una persona con una inclaudicable capacidad de
entrega. Al amigo de todos. Nuestro querido héroe anónimo, Jorge.
Alejandro, creo que la mejor forma que tengo para
despedirlo es mediante algunos pensamientos poéticos que a él y a su amada
esposa, Nancy, les gustaba leer y escuchar:
Jorge:
Eres un grano puro de tiempo,
Y de mi historia.
Eres la ardiente palabra
Que nace en las tardes como un trueno.
Eres en mis recuerdos la campana
Que suena después de una batalla.
Eres y serás un encendido cirio,
Tejiendo noches, canciones y suaves lunas.
Eres, finalmente, el refugio
De tu esposa, de tus hijos,
De guitarras y silencios.
Mañana, la asombrada luna
Se colará por tu ventana
Y nosotros estaremos cual puños apretados,
Estrujando recuerdos,
Bajo la pálida luz de algún farol.
Mañana, habrá susurros y silencios.
Y en nosotros, un pasado cercano
Y un claro presente,
Bajo la noche de agosto,
Cortejando la luz del claro renacer.
Mañana, habrá una milagrosa primavera
En tu alma-patio florecido,
En el leve aire de nuestro corazón.
Y tú, en tu incesante espíritu
De mágicos prodigios,
Nos dejarás luces extasiadas,
En el vibrante recuerdo de un claro renacer.
Descansa en paz, en la suavidad
De tu viaje y en el corazón de tus amigos.
¡Hermoso! Walter Bilbao Salinas sigue siendo aquel hermoso hombre que todos conocimos en Cauquenes. Imposible no enamorarse de tan hermoso ser humano, tan bello por dentro como por fuera ¡Un abrazo!
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