martes, 28 de julio de 2015

LOS POBRES NO PUEDEN ESPERAR


Jesús levantó la mirada  y vio una multitud  que no tenía que comer. Hoy ve mucho más que cinco mil hombres. Son millones en el mundo que  no tienen pan. El problema social – representado hoy en el pasaje evangélico por la multitud hambrienta- es el desafío más urgente de nuestro tiempo: “Los pobres no pueden esperar”. 

¿Es posible hacer algo? La generación de riqueza y las ideas pueden ayudar, pero  no basta. Nunca como hoy ha habido tantas ideas  y programas para la superación de la pobreza, pero el clamor de los pobres es todavía elocuente. Aunque el apóstol Felipe dice que una gran cantidad de dinero sería necesario para alimentar a esa gente, lo cierto es que Jesús ni lo tiene ni lo pide. Tampoco  tiene una gran idea, una técnica nueva, una fórmula económica para enfrentar la situación. 

No la tiene Jesús es la fuerza de amor, la misericordia; y eso es  lo que hace la diferencia, pues ésta es la única fuerza que puede conducir y mover la historia hacia la justicia. El problema del hambre, el problema de la pobreza no es problema de dinero. Es un problema de falta de amor. Es el amor  lo que hay que introducir en las ideas, en las leyes, en los proyectos.

El gran milagro del Señor se realiza gracias a la generosidad de un pequeño. Amar comienza  por dar. No es mucho  lo que tenía: cinco panes y dos pescados. Esa fue la chispa que encendió el milagro.
Hay otro detalle. El evangelio está lleno de detalles. Jesús antes de realizar el milagro se puso a rezar dando gracias. Otro más bien habría rezado quejándose. ¡Él da gracias porque confía en su Padre. Ese Cristo es el que hoy  nos invita a celebrar juntos a él. Eucaristía es acción de gracias.

PADRE. LUIS HUMBERTO ALARCÓN
PÁRROCO
PARROQUIA SANTO TORIBIO

CURANIPE.

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