Transcurrido el tiempo más que comprensible, hablamos de meses e
incluso años, el tema del calamitoso
estado de algunas calles y muchas aceras y veredas de Cauquenes, es uno de los
barómetros comunitarios que instala a las autoridades en una situación negativa
y reprobable que en períodos de elecciones habrá de ser una de las tantas “ pasadas de cuenta” que la ciudadanía va a
tener en consideración a la hora de reiterarles la confianza para que continúen
en los mandatos de servicio público, incentivados por los atrayentes sueldos,
dietas o cualquier otra denominación que en último término provienen directa o
indirectamente del bolsillo de la vecindad.
En las pocas o muchas oportunidades en que se hacen sentir las
inquietudes y reclamaciones ante estas trampas públicas que afectan y
victimizan a vehículos y peatones, no necesaria y únicamente de la tercera
edad, las excusas van más por el argumento de recíprocas culpabilidades hacia SERVIU
de parte del sector municipal y viceversa, cuando se le plantea el tema al
organismo estatal.
Los vecinos, familias de las poblaciones y barrios alejados del
territorio central de la ciudad, que deductivamente están mucho más abandonados,
poco o nada les interesa la búsqueda de los entes ineficaces, sino que lo que
realmente les importa es la solución real de las anomalías que se distribuyen
indistintamente por los cuatro puntos cardinales del territorio urbano de
Cauquenes.
No es ninguna originalidad
poner en la mesa de las propuestas ciudadanas la que se relaciona con la
búsqueda de diálogos, coordinaciones, complementaciones y conformaciones de
frentes amplios y comunes entre nuestras autoridades cuando de ponerle el
hombro se trata a favor de causas y solución de necesidades, en desmedro de la
otra manera con desencuentros y egoístas protagonismos.
“Poco interesa el color del gato –argumentó alguna vez el concejal
Aravena- sino que lo que importa es que sea capaz de cazar ratones”.
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