martes, 22 de diciembre de 2015

Dichos y hechos para recordar...

¿CAUQUENES, CIUDAD SIN ESPIRITU COMUNITARIO?

“UNA CIUDAD VERDADERAMENTE HUMANA, ES DECIR AQUELLA QUE SE VIVE COMO “ESPACIO”, DEBERÁ ACERCARSE AL IDEAL DE UNA  CIUDAD QUE TIENE SU CENTRO DE GRAVEDAD EN LA PLAZA, en donde se experimenta, aunque esto sea sólo parcial, “mi espacio” y “nuestro espacio” como dimensiones que ni  se yuxtaponen ni se hacen disyuntivas, sino que se realizan en reciprocidad.

La sociedad más perfecta debe engendrar así una ciudad más integrada y más participativa.
La ciudad  como el “espacio” de la diversidad que me enriquece, de la tolerancia que me hace más humano, el lugar que me permite ser libre con mi capacidad creadora. La ciudad que me permite amar a los otros. Es así esta característica, la de una ciudad en torno al mercado, metafóricamente hablando, la que hace que espontáneamente se hable de una “ciudad con espíritu”. 

Hay espíritu en las ciudades en donde por sobre el desplazamiento se eleva el lugar común, el lugar de la tolerancia y la libertad. Y con respecto a la libertad, una ciudad tiene espíritu cuando en ella encontramos ámbitos de libertad que se expresan en acceso a mayores bienes, mejores servicios y posibilidades de expresión individual y colectiva. 

Oportunidades, sin embargo, que no están al alcance de todos: no poder gozar de los bienes de la ciudad, por razones económicas o de exclusión social o política, significa coacción, deterioro personal, segregación; superar estructuras tradicionales y opresoras, para alcanzar la cuidad como reguladora en la distribución de beneficios, es la meta fundamental para una ciudad válida en el futuro. 

Hay espíritu en la ciudad donde la diversidad no causa miedo sino en donde me siento acogido. Se percibe espíritu en la ciudad cuando en ella se manifiesta un orden que expresa concierto y disposición, en donde las obras construidas  y los espacios ocupan el lugar que les corresponde, provocando alegría y goce en quien los vive y en quién sólo los contempla. 

Se expresa el espíritu de una ciudad cuando ésta es una estructura viva, en donde encontramos elementos permanentes que identifican  y otros que cambian, renovándola constantemente… cuando se respira vida. Hay espíritu en la ciudad en donde nadie se siente o es marginado. 

Una ciudad tiene espíritu cuando tiene significado, , lo que implica que sus habitantes y aún sus visitantes puedan reconocer algunos hitos: barrios, edificaciones, plazas, calles, conjuntos o situaciones que le otorgan su especial diversidad  y la hacen única; en una dirección opuesta trabaja eficientemente  una fácil y probada homogenización , barrios neutros y sociedad neutra, que reniega de sus posibilidades de originalidad  y de hacerse responsable de su propio habitar, inexpresividad que no establece lazos, proclive a la movilidad espacial e indiferente al mejoramiento de su ciudad, , de la que van desapareciendo sus espacios significativos. 

Hay espíritu en la ciudad  en donde cada uno aspira a un futuro mejor. Se experimenta el espíritu  de una ciudad  ahí donde hay convivencia, intercambio y transmisión de experiencias y conocimientos… cuando se comparten ideales comunes. Hay espíritu, en fin, en donde quiero la belleza para todos y las paredes, como prolongación del cuerpo, son más pequeñas y menos agresivas, en donde se lleva la vista en alto, donde se saluda al otro… en donde prima la acogida sobre el miedo. 

Hay, en fin, ciudad ahí donde los valores éticos y estéticos funden los cimientos de una ciudad más humanizada, solidaria y sustentable. Lo ético referido  a una convivencia más plena, motivadora, vital; lo estético como necesidad de belleza y armonía para el enriquecimiento espiritual y la felicidad del ser humano..”

SOBRE LA PLAZA

“La Plaza deber ser nuevamente el lugar espectacular que fue. La fiesta urbana, esa condición tan marginalizada. ¿No corresponde acaso  inaugurar un milenio con un signo enfático de comunidad? ¿No es la ciudad especialmente un espacio para compartir juntos, para crear cultura? ¿Y no es la cultura producto de los intercambios que la ciudad propone y simboliza en sus espacios públicos? ¿Y no es acaso fundamental reunir nuevamente a esta sociedad urbana tan inmediatamente segregada?”

Todos estos argumentos generados por estudiosos y expertos de la hora actual, vienen como “anillo al dedo” para que reflexionemos – con altura de miras- en torno a la penosa situación de estos días que vive nuestra ciudad de Cauquenes, producto del trastrocamiento total que se le ha dado a nuestro principal espacio público, nuestra Plaza de Armas….

“ La Feria está en calle Balmaceda, no en la plaza…¿Dónde se van a sentar los viejitos… Y esos otros que les agrada practicar la “conversa”, leer el diario y lustrarse el calzado?

Aún más, epítetos irreproducibles hacía “los concejales” que no son capaces de sacar públicamente la voz y ¡ sí! lo hacen privadamente opinando que la plaza dejó de ser tal durante estos días previos a la Navidad, son las expresiones que hemos registrado en la hora presente, provenientes de feriantes que cada miércoles y sábados acuden a darle vida a este espacio comercial y cultural de la Feria…
No solamente los Feriantes, también buena parte de la comunidad local está molesta, desagradada y decepcionada por esta situación…

Con altura de miras, “La Voz de la Provincia” al menos, pone sus páginas a disposición para que se coloque este tema en la mesa del diálogo ciudadano que más temprano que tarde las actuales autoridades y/o las venideras habrán de abocarse a ponerle “el cascabel al gato”…. Es una necesidad comunitaria que no puede ni debe soslayarse…

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