Se
llama Sara Luna Manríquez, postrada desde varios años, “nueve años cumple el 15
de enero venidero”, nos precisa su abnegada hija María.
“Es diabética e hipertensa y tuvo un accidente vascular por lo que el lado derecho de su cuerpo está inmóvil, está amputada de una pierna y yo que llevo los mismos años que existe el CECOSF siempre la he visto en esta misma forma”, nos acota la Técnico Paramédica Miriam Muñoz. Nos quiere decir en ello que pese a la sencillez de su habitación se respira limpieza y pulcritud.
Nada
nos dice la profesional pero nosotros lo captamos al momento es que la
silenciosa paciente – la Sarita- en tanto se percata del arribo de ella junto a
la doctora, al unísono de la sonrisa que le aflora a sus labios, balbucea
emocionadamente: “es mi Mirita y mi doctora”. Más que mil palabras, sintetiza
con estas expresiones la afirmación que viene a ser como un slogan en el
CECOSF: La familiarización con los pacientes que en este caso, es una de las
tantas amigas que viven alejadas del mundanal ruido sin ver por años ni
siquiera los rayos del sol algunas de ellas.
La
historia de la “Sarita” es el ejemplo con rostro viviente de las muchas
funciones y acciones que llevan a cabo
cotidianamente los funcionarios, por una parte; y por la otra, la perseverante
y conmovedora misión que el destino le entregó a María la hija de la madre
postrada.- Ahí está durante las cuatro estaciones del año, durante ya 9 años
junto a ella.. “Somos cinco hermanos,
reflexiona con santa humildad, mi hermana vive en Porongo; mi otro hermano en
Alto del Río, también aquí en Cauquenes; otro vive en San Javier y el otro vive
lejos en el campo…
El de San Javier y el del campo, son los que más cuento con
ellos, los otros dos, más cercanos, son los más lejanos, se les olvidó a la
mujer que los trajo al mundo……….
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